Este año Madrid se ha llenado de celebraciones al coincidir los aniversarios del nacimiento de Ventura Rodríguez, la muerte del cardenal Cisneros y la construcción de la Plaza Mayor. En el caso de la conmemoración del IV centenario de la Plaza Mayor, el Ayuntamiento de Madrid ha elaborado un amplio programa de actividades, dentro del cual la Dirección General de Intervención en el Paisaje Urbano y el Patrimonio Cultural organiza visita guiadas  entre el 29 de mayo y el 30 de noviembre. Desde INVERSA nos estamos encargando de su realización.

La inscripción a esta actividad se abrió el paso mes de mayo agotándose rápidamente todas las plazas ofertadas. Por este motivo, en la recta final del programa se ha decidido ampliar las visitas con nuevas fechas y horarios. A partir del viernes 10 de noviembre las visitas se celebraran de lunes a viernes, con el siguiente horario: lunes y miércoles a las 11:00, 12:00, 16:00 y 17:00 horas, y martes, jueves y viernes a las 11:00, 12:00 y 16:00 horas.

Las visitas, de carácter gratuito y con un aforo de 20 personas, tienen una hora de duración. Consisten en un itinerario en torno a la Plaza Mayor, que comienza junto a la fachada de la Casa de la Panadería y recorre las fachadas, pórticos y arcos de acceso, desgranando su evolución temporal y analizando los principales usos que ha tenido. Para participar en ellas es imprescindible inscribirse previamente en esta web.

Visita guiada Plaza Mayor 2017
Visita Guiada. Calle Ciudad Rodrigo. IV Centenerario Plaza Mayor.

Hace 400 años, el 13 de septiembre de 1617, el arquitecto Juan Gómez de Mora recibía de Felipe III el encargo oficial de reestructurar la plaza del Arrabal de Santa Cruz, surgiendo así la Plaza Mayor uno de los lugares más emblemáticos de nuestra ciudad. Es un monumento clave para comprender la importancia de los espacios planificados y regulares en el urbanismo renacentista y barroco, y la transformación urbana que vivió la villa con la instalación de la corte. Su construcción refleja el sentido burocrático del nuevo gobierno de Madrid, la materialización del buen gobierno de la monarquía de los Austrias.

Pero además de este simbolismo político tuvo también un carácter funcional y popular, con dos funciones muy definidas: un uso comercial y un uso festivo y ceremonial.

Desde sus orígenes medievales, cuando era un espacio extramuros conocido como la plaza del Arrabal, contó con marcado carácter mercantil. Además del mercado diario que abastecía a los vecinos de Santa Cruz, entre 1465 y 1469 fue la sede del mercado franco semanal autorizado por Enrique IV en la villa. En 1484, sus mercaderes recibieron autorización real para que tres de los cuatro mercados mensuales que se celebran en Madrid se trasladasen allí.

Esta función comercial permitió que la plaza del Arrabal se convirtiera en el centro económico de Madrid, desplazando a la plaza de San Salvador, actual plaza de la Villa. Se mantuvo así hasta 1854, cuando vuelve a desplazarse de nuevo hacia el este de la ciudad, con la remodelación de la Puerta del Sol.

Además de las casas de abasto -la Casa de la Panadería y la Carnicería-, en los edificios y soportales de la Plaza Mayor se instalaron distintos comercios. En su lateral oeste se situaban los pañeros, al sur estaban los vendedores de cáñamo y sedas, al este los quincalleros y los zapateros, y al norte los comerciantes de sedas e hilos. En el Arco de Cuchilleros se asentó el gremio de los cuchilleros y espaderos. En el centro de la plaza se encontraban los puestos de venta o cajones.

Dentro de su uso festivo y ceremonial, los balcones de sus edificios estaban destinados a presenciar las diversas fiestas, celebraciones y espectáculos públicos que tenían lugar en su espacio: corridas de toros, juegos de cañas y torneos, justas poéticas, pandorgas, coronaciones, procesiones del Corpus Christi, autos sacramentales, carnavales y mascaradas, e incluso autos de fe, ajusticiamientos y escarnios públicos.

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Fiesta Real en la Plaza Mayor, 1623. Museo de Historia de Madrid.

La plaza se transformaba para cada evento a través de arquitecturas efímeras, que cambiaban su fisionomía. Sus balcones se engalanaban con tapices, estandartes y colgaduras. En el centro se solían levantar los tablados o escenarios que ponían de manifiesto el boato del Siglo de Oro, a través de una impresionante escenografía barroca.

El uso los balcones no era exclusivo de los inquilinos de las casas, sino que tenían obligación de cederlos para su distribución por la Mayordomía Real, por riguroso turno de jerarquía y etiqueta, o bien para ser vendidos como localidades por el Consejo. Por su parte, la monarquía asistía también a estos eventos como espectadores privilegiados desde el balcón real localizado en la primera planta de la Casa de la Panadería.

Esta función ceremonial se perdió en 1848 al remodelarse el espacio central de la plaza y convertirlo en un jardín a la francesa presidido por la estatua de Felipe III, esculpida por Juan de Bolonia y Pietro Tacca que desde 1616 había estado en la Casa de Campo.

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Imagen de Antònio Passaporte. Fototeca del IPCE, Archivo Loty, LOTY-00777.

 

Todo esto y mucho más, como los tres incendios que sufrió y la reforma diseñada por Juan de Villanueva es lo que vemos a lo largo del recorrido de las visitas. Si todavía no habéis asistido a una, aprovechad esta segunda oportunidad ¡Os esperamos!

 

 

 

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